viernes, 9 de marzo de 2018

Mi amigo Pocho


Era un hombre calvo, gordo y de vestir elegante (clásico terno). Poseía un gran carisma, con dos dientes incisivos (centrales superiores) prominentes, al igual que los de Bugs Bunny, cara de buena gente, parecía un abuelo bonachón. Detrás de su escritorio de conducción, que compartía con sus co-conductores, y recibía a sus invitados, estaba su sillón de cuero negro que albergaba su gruesa figura. Siempre mostraba una sonrisa eterna, sobre todo, a la hora de sus clásicos segmentos de polémica. Recuerdo oírlo decir:

— Donde se hace deporte, ahí está “Gigante Deportivo” —

Era la clásica frase de Carlos Alfonso Rospigliosi Rivarola (Pocho), que justificaba las coberturas de diferentes deportes, en especial el fútbol, en su maratónico programa de televisión.

El programa de Pocho (“Gigante Deportivo”), era transmitido por la emisora de televisión Panamericana, los sábados y domingos en horario de 12:00 m. a 4:00 p. m., en los años 80. Por sus presentaciones de las diferentes ligas de fútbol del mundo, el programa de Rospigliosi, se convirtió en mi favorito y la de muchos de mi generación. Aquel horario pronto adquirió las características de una reunión de amigos, donde Pocho era el gran anfitrión y los televidentes sus invitados.

Al inicio de cada segmento, Pocho solía lanzar un tema de debate, donde co-conductores y televidentes (vía teléfono) opinaban. Recuerdo algunas:

— ¿El director técnico de la selección peruana debe ser, peruano o extranjero? —

Según las llamadas, algunos pedían a un peruano; yo entre ellos, otros a un extranjero. Para mi inocente mentalidad infantil, el profesionalismo y el amor al lugar donde naciste, eran innegociables. La idea de ganarle al país donde naciste, era inconcebible para mí. Me preguntaba:

— ¿Cómo haría un director técnico extranjero, al enfrentar a su país? —

Al crecer pude contestarme esa vieja pregunta, a la que Pocho, mucho antes me lo había planteado: profesionalismo y dinero. Muchos de sus temas, sembraron en mí, una simpatía especial por él  y el programa en una reunión entre amigos.

— ¿El gol de Franco Navarro, fue de punta? —

Para los que no han jugado al fútbol, esta pregunta podría ser trivial, se respondería: un gol es un gol, ya sea de punta o de cualquier parte lícita que permita el reglamento, pero para Pocho no lo era. El tema era perfectamente debatible:

— Fue de “cachetada”—, concluyó.

Al ver, varias veces, las repeticiones de la jugada. El hermoso gol de Navarro se convirtió por muchos años, en un grato recuerdo: victoria 2-1 en Santiago de Chile. La jugada antes dicha, perteneció a un partido jugado un 24 de febrero de 1985 frente a nuestro clásico rival.

Las dificultades existentes en la época: telecomunicaciones; no existía Internet, y economía; existía hiperinflación, nunca fueron obstáculos para él. Rospigliosi siempre se agenciaba para mostrarnos resúmenes de las ligas: española; con Maradona, italiana; con Platini, e inglesa; con Lineker, los cuales eran vistos por sus televidentes en calidad de primicia, pero el tema principal del programa lo constituía, la selección peruana de fútbol.
Siempre me pregunté:

— ¿Cómo Pocho podía conseguir los videos que nos mostraba? —

En entrevistas a sus amigos y colegas, posteriores a su fallecimiento, descubrí que: los partidos que exhibía, eran grabados en cassettes (formato betamax) por amigos que vivían en diferentes países del mundo y enviados con algún viajero peruano con destino Lima. Pocho gozaba no solo de simpatía nacional, era amigo de todos.

Coleccionar era otra de las características de la su personalidad, nos mostraba suvenires de motivos futboleros que traía de sus viajes: banderines de Clubes;  de Champions League y Copa Libertadores; tickets de entrada a partidos, de Campeonatos Mundiales de España 82 y México 86; llaveros, pelotas y camisetas; de diferentes clubes, y países. 
   
La elección del tema: Silence and I. Sexto tema del álbum Eye in the Sky. The  Alan Parson Project. 1982, como cortina musical de “Gigante Deportivo”, despertó también en mí una curiosidad enorme por la música instrumental, en especial la de Parson, desde entonces sigo su trayectoria. Puedo decir que Pocho, no solo era amiguero, también gustaba de la buena música, teníamos los mismos gustos.

El futbol, pasión de multitudes, albergó en mí desde temprana edad, muchas amistades. La amistad con Pocho, al que me atrevo llamarlo amigo, fue una de ellas. Durante muchas tardes de sábados y domingos de mi niñez, nos reunimos Pocho y yo en “Gigante Deportivo”, era mi amigo.

A la hinchada peruana, sufrida y siempre fiel.

© Por Alejandro Jáuregui

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